
Hace unos días me encontraba caminando, haciendo tiempo, para llegar puntual y no tan anticipadamente a una comida de negocios cuando, se repente, en una esquinita vi un lugarcito muy pintoresco, una pequeña pizzería. Tan sólo de vwrlo, me encantó lo “cozy” que se veía. Me prometí ir a conocerlo pronto.
Hoy fue ese pronto.
No estaba en mis planes de hoy, cuando de repente dije: “¡Qué va! ¡Vamos de una vez!”, y en vez de quedarme en casa, como suele suceder un día como hoy, me atreví a romper la costumbre y salí.
Sí, puede parecer tribal, pero no. Romper una costumbre, cualquier a que sea, nos ayuda a demostrarnos a nosotros mismos que seguimos siendo dueños de nuestras vidas. Romper una costumbre abre paso a la sorpresa, a otra fuente de emoción por existir. Y muchos, pasamos por momentos donde eso nos ayuda en gran medida. Poderosa autoayuda.