Hablar de algo o alguien “naco” automáticamente pudiera ser delicado, por aquello de la enorme susceptibilidad al tema por parte de grupos vulnerables, incluso para mí es extraño abordar el tema. Pero hoy no aguanté, y menos en este espacio que he creado para comunicar reflexiones de la vida cotidiana. ¿Qué es “naco”?
Alguna vez escuché que si en automático no sabes qué es naco, así como si no sabes en automático qué es ser “alguien bien”, mejor es ni intentar explicarlo. Es algo que se sabe o no. Punto. Y en cierta forma estoy de acuerdo. Son como… axiomas, es decir, una verdad tan evidente en sí misma que no requiere explicación. Sin embargo, para mí, si algún rasgo patognomónico de ser naco existiera, sin duda alguna sería “ruidoso”. De verdad, que para mis creencias… el naco es alguien extremadamente ruidoso, grita, chifla fortísimo, no le importa si hay gente cerca que perturbe con su música, o risa estruendosa, o si molesta a vecinos con fiesta a deshoras. Alguien fino y con clase es silencioso, pasa casi impeceptible; si conoces Japón… haz de cuenta que ¡esa es la mejor manera de evidenciar clase y fineza! Allá, silencio hasta para comer. Aquí en México, la comida en muchos casos es alharaca, grito, risotadas. Hace algunos años, cuando viajé a Japón, en la mesa con la que convivía con mexicanos, y sí, tres de estos personajes… nacos, y una en particular en extremo, hacían tanto ruido al hablar en la comida, que noté perfectamente cómo todas las mesas de japoneses alrededor se nos quedaban viendo, fui el único que lo notó, creo que hasta los ojos rasgados se les abrían más tan solo de vernos. Yo al notarlo, simplemente les sonreí a lo lejos, con cierto rubor; una de esas anécdotas donde la cultura entre países te confronta con la evolución de cada uno en el comportamiento de sus habitantes. En fin, repito, el naco es extremadamente ruidoso, le encanta darse a notar por su ruido, desde su volumen de voz, su risa, hasta todo lo que genere sonido bajo su orden (su radio, su auto, su música, sus claxonazos, sus perros constantemente ladrando y sin que se inmute ante la imprudencia, etc.). Alguien con clase y fineza, alguien con alto decoro social, siempre será prudente en la emisión de sonido, siempre preferirá ser elegantemente silencioso.
Por supuesto que me sentí impulsado a escribir acerca de esto porque recientemente he sufrido de tener cerca a gente que cumple con el requisito para ser calificado hasta con honores como el título de esta nota en virtud de su imprudente ruido. Caray, de verdad que le sufro, por más que empiece con Nueva Conciencia pensando que todo pasa por algo, que todos somos hijos de Dios, que debe haber alguna señal que me indique algo superior incluso dentro de esta cercanía con estos personajes, que todo es para mi bien, y bla, bla, bla. Claro que por ahí hay algo de esto, pero a mi propio nivel de naco, le sufro cuando se me presentan cerca otros que rebazan mi naquez por años luz de distancia. Pero bueno, luego de esta catarsis, no puedo negar que vino a mi mente el recuerdo de la enorme impresión al escuchar, por parte de un experto en el lenguaje, la más acertada definición que jamás nunca yo hubiera escuchado como definición de “naco”. Desde hace unos días pensaba que no podía dejar de conservar esta monumental definición guardándola en alguna de mis notas para futuras referencias, y heme aquí compliendo con mi pensar. Para dramatizar más aún la singular y extremadamente atinada definición que por primera vez en toda mi vida escuché de lo que es “naco”, primero mostraré una imagen de lo que encontré en el diccionario de la Real Academia Española definiendo la palabra:
Luego de esto, tan simple y sin mayor trascendencia (salvo la alusión con que se puede tomar la cuarta acepción), te platico que llegó a mí un video con una entrevista que Joaquín López Dóriga, en su programa “Chapultepec 18”, le hizo a Nicolás Alvarado por la sorpresa que fue para todo México el que este académico y funcionario público se expresara del recientemente fallecido artista, Juan Gabriel, como “naco”. Fue tal la impresión que causo, que por ello le mereció un singular descrédito en varios medios, pero así mismo entrevistas como la que comento aquí. Por alguna extraña razón vi ese fragmento de entrevista gracias a YouTube y su extracto de ocho minutos que llegó a mis redes sociales. ¡Qué sorpresa tan agradable me llevé! Para mí siempre es un agasajo escuchar a alguien que sabe de lo que habla, me cautiva. Y pues bien, sin más… aquí te dejo lo que considero la mejor definición de “naco” que jamás nunca antes haya yo escuchado en forma tan atinada:
«Lo naco es aquello que busca agredir estéticamente, aquello que busca desafiar la norma de manera estética y que busca pruducir un efecto violento».
–Nicolás Alvarado.
¡Caray! Hasta me dan ganas de ponerme de pie para aplaudir mientras cito literlamente sus palabras. Aquí intuyo que para más de alguno convendrá recordar la difinicion de Estética: “Perteneciente o relativo a la apreciación o percepción de la belleza; artístico, de aspecto bello y elegante». De verdad que como un orgasmo prolongado de 75 tiempos intelectuales, me permitiré reflexionar en esta sublime definición de naco rebanándola en sus más representativas partes:
Lo naco es “aquello”… ¿Qué es “aquello”? Cualquier cosa: el lenguaje, el estilo para vestir, la figura y cuidado físico, las palabras que se usan, el volumen con el que se habla, el ruido que se hace, la manera de reír, el diseño y arreglo del lugar donde se vive o se trabaja, la manera en que toca el cláxon y el estilo que eligió para él, el decoro del medio de transporte que usa, su olor, etc. Todo eso puede ser “aquello».
…que busca agredir estéticamente… es el acto de cometer una agresión. La definición que da el diccionario de la Real Academia Española de agresión es: «acto de acometer a alguien para matarlo, herirlo o hacerle daño”. ¡Imagínate la implicación! El acto de matar, herir o hacerle daño a lo artístico, a la belleza o a la elegancia. ¡¡¡Así o más claro lo que es ser naco!!! ¡Eso es! Iré más allá. La definición de belleza: relativo a lo bello, lo bello: “que por su perfección de formas complace a la vista o al oído y por ende al espíritu”. La definición de perfecto: “que tiene el mayor grado posible de bondad o excelencia en su línea”. ¡Nada más ve uniendo y así comprendiendo los conceptos! Aquello que busca agredir estéticamente (lo naco) es aquello que intenta matar, herir o hacer daño a lo que complace a la vista, oído o espíritu, aquello que hace daño a la mayor bondad o excelencia. Señoras y señores… ¡eso es naco!
…busca producir un efecto violento. El naco hace daño a lo estético para producir ira. El naco hace lo que hace para producir que a quien afecta se moleste o enoje. Ahora bien… ¿Por qué alguien habría de desear que otro se moleste o enoje? La única explicación que encuentro a ello es porque la elegancia y la belleza, la clase, la fineza, ofenden al naco al confrontarlo con quien es y por primera vez apreciarse a sí mismo como vulgar, así, éste, desde su nivel de conciencia eminentemente reactivo, requiere atacar aquello por lo que se siente denigrado. Por ello, es imposible ayudar a un naco a superarse si no se sucede el casi milagro de que éste tenga ese deseo de superación.
Cuando entiendes lo que hoy he reflexionado aquí… no hay mucho qué hacer, más que alejarte de un naco. Es lo más inteligente que alguien con clase y fineza puede hacer. El naco, por lo mismo comentado aquí, es incapaz de dialogar inteligentemente. El naco, por lo mismo que he reflexionado hoy aquí, es incapaz de acatar normas para el bien colectivo. El naco suele ser un agredido social en defensa propia casi de manera constante.
Pues bien, sirva esta nota para tener la referencia y usarse para cuando alguien sienta necesidad de usarla, ya sea para confrontarse consigo mismo e invitarse a sí mismo a superarse descubriendo cómo es en verdad, o para explicar el concepto a otro. Sirva esta nota para invitarnos todos a mejorar como persona. Sirva esta nota como un llamado a hacer un esfuerzo en cocrearnos a nosotros mismos procurando una mejor versión de nosotros día con día. Verás que, por ejemplo, cuando sientas el iracundo impulso de levantar la voz, ojalá recuerdes esta nota y notes lo naco o naca que eres así, y si ejerciendo la virtud cardinal de la templanza, ese acto constante de la voluntad para gobernar tus impulsos, logras detenerte, ¡bienvenido a una mejor versión de tí, más bella y elegante! Bienvenido a una Nueva Conciencia de mayor clase en ti. Saber que uno se puede ir puliendo poco a poco, sin duda es motivo de una gran…
¡Emoción por Existir!
–Alejandro Ariza.