Es que así es.

Hace un momento me encontraba platicando con un promotor de bienes raíces y me dijo:

–Hay doctor, ya se imaginará a mi jefe. Es árabe y muy gritón y a veces medio grosero, me imagino que ya conoce cómo es esa gente. No más se lo quería platicar por si se da el caso y no le extrañe… y es que así es.

–Conozco gente así.

–Bueno, y además, usted se ve siempre tan tranquilo y con tanta paz.

–Pues sí. Gracias por el comentario.

Me llamó la atención que este hombre, ya entrado en años, pensara como tanta gente: “…es que así es”. Y hoy sencillamente te quiero decir algo: no, no se trata de aceptar a alguien grosero y pedante sencillamente porque “es que así es”. No. A esa gente le falta educación, y alguien debe hacerle ver a ese tipo de personas que si no cambian, pronto se quedarán solos y en un muy mal estado. Tarde o temprano, siempre pasa así.

Aceptar el maltrato de alguien simplemente porque “es que así es”, sólo denota la más pobre autoestima o dependencia del que opina sobre el dictador. ¡No! No es normal pensar que “es que así es”. Sería como pensar que las personas no podemos cambiar. Sería pensar en personas con el síndrome del producto terminado. ¡Defiendo la esperanza que todos los seres humanos tenemos de poder cambiar! No existirían mejoras sin ello.

Si de casualidad tú eres como el jefe de esta persona, te invito a que reflexiones y procures ser una persona de mejor calidad humana. Hay que trabajar mucho para lograr cambiar. Sí. Mucho. Muchísimo. Pero en algún momento se empieza y ese inicio vale muchísimo la pena.

Sí, yo soy una persona muy pacífica y enamorado del silencio y de las buenas costumbres, con trato lo más fino y amable posible. Y no, no nací así. Tuve la dicha de tener a una mamá súper educada que me educó y un papá muy bueno, pero luego, ¡yo mismo he transitado por años y años de lectura de los libros más valiosos en la historia de la literatura de superación personal! Yo me eduqué a mi mismo con mi más alto grado de curiosidad y disciplina para conocer cómo ir siendo una mejor persona cada vez. Llevo así, estudiando por mi lado, autodidacta, leyendo libros, asistiendo a conferencias, admirando a gente valiosa y procurando imitar su ejemplo del lado de su luz, casi 23 años, y sigo aprendiendo.

La gente no nace gritona y grosera o pacífica y silenciosa. La gente simplemente nace y aprende. ¡Atrápate y acepta si oyes que la gente dice que tienes mal carácter! No es honorable ni victorioso seguir así aunque te lo digan, como imponiendo tu carácter le guste a quien le guste. No. Ahí, realmente, no hay nada por lo cual sentirte orgulloso. Y lo peor, es que en el fondo lo sabes. Eres corriente, vulgar y majadero. Tienes que cambiar. La opinión de los demás acerca de tu mal caracter son amables y sutiles invitaciones que el universo te envía constantemente para que mejores. Y si lo has notado, se cumple una ley: si no cambias, las invitaciónes seguiran llegando una tras otra. Es decir, la gente se seguirá quejando una y otra vez de ti. Llegarás a ser anciano y ahí empezarás a vivir un karma. Nadie nos escapamos de una ley que rige al universo, la ley de acción y reacción. Antes de lo que te imagines, llegará el maestro definitivo: un cáncer, un accidente, un hijo metido en graves problemas por su carácter (salió igual a ti, no puedes educar si no eres educado), y varios etcéteras. A cada quien se nos manda un maestro definitivo. Mi sugerencia es que no necesites que llegue para que aprendas la lección y cambies.

Aquí quiero hacer una aclaración: si tú tienes cáncer, o tuviste un grave accidente, no es necesariamente por tu mal carácter y esté sucediendo la presencia del maestro definitivo. Bien sabes que no me refiero a eso. Me refiero a ciertos casos en particular. El lector pacífico lo entenderá desde el principio.

Sé que el más grande problema de mi país, México, es la inmensamente desproporcionada desigualdad de niveles culturales y educativos. Todos los países lo tienen, pero en México es violentamente abrumadora y de épicas proporciones la disparidad del nivel cultural y educativo. Esta es la razón por la que es imposible que avancemos como quisiéramos. No se trata de enormes diferencias económicas entre los habitantes de este país, que las hay, sino de una diferencia infinitamente aún mayor, el nivel educativo. Por eso es tan difícil, en algunos casos sencillamente imposible, dialogar con alguien. Ese alguién necesita elevar su nivel educativo, su nivel de conocimiento en protocolo social, su nivel de información acerca del trato humano, para que ya estando dentro de una franja de conocimiento afin, se pueda suceder el diálogo como otro escalón de mejora para los participantes de él.

¿Conoces a gente que cuando se molesta sencillamente se levanta y se va y te deja con la palabra en la boca? En esta época se trata del mismo fenómeno cuando en una discusión por escrito en redes sociales te dejan en “visto”, sin decir más. El inculto, el vulgar, la corriente, siempre huirá de una invitación al inteligente diálogo porque le es profundamente doloroso descubrir su incapacidad para dialogar así. O grita sin escuchar o se va sin importarle. ¡Ahí estás frente a alguien todavía muy, muy, muy primitivo en la evolución del ser! Y puede tratarse de alguien sumamente poderoso, adinerado y hasta famoso. Pero ninguno de esos atritubos le excentan de su realidad, una que todo mundo ve con mayor evidencia que su riqueza, poseciones o fama: su nivel educativo, su nivel de calidad humana, su nivel socio-cultural, sigue siendo alguien muy, muy primitivo. Alguien que merece –y necesita– ayuda. Desde la lectura de un buen libro de relaciones humanas, hasta una franca visita al psiquiatra, urgente, por el bien de su familia y empleados. Si alguien no tuvo la fortuna de ser educado, puede ayudarse con terapias.

En fin, este es un ArizaTip en virtud de que conozco cómo funciona el universo, en este hermoso mágico entramado donde si has llegado hasta esta altura de tu lectura, ¡es la confirmación de que era para ti! Y ya sabrás si haces algo para mejorar o si se trata de que en este instante compartas este texto en tus redes sociales con el clásico “le digo a Pedro para que oiga Juan”. De una u otra forma, yo obedecí el impulsto por escribir estas letras y tú a leerlas. Atiende las señales. Te conviene. Siempre conviene.

Acepta con humildad que necesitas mejorar tu calidad humana. Mejorar como persona en tu trato. No te aceptes majadero, o grosera, o sumamente irritable, porque “es que así es” tu carácter. No, no naciste determinado. Naciste con la constante opción de elegir ser una mejor persona. Al final de tus días, a nadie le importará gran cosa lo que hayas logrado o a quién quitaste del camino para lograr tus proezas, sino el amor real que sembraste creando momentos involvidables por tu fino trato en las vidas de otras personas.

Te propongo una Nueva Conciencia.

¡Emoción por Existir!

–Alejandro Ariza.

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