
Sucribo, a plenitud. Y te comparto para tu regocijo, si llegó tu momento.
«Pero llega un momento para la mayoría de nosotros en que el poder elemental deja de satisfacernos, de hacernos sentir completos. Entonces empezamos a redefinir nuestro concepto de poder y lo situamos a un nivel más sutil. El poder se convierte en la habilidad para manejar nuestro tiempo, de dominar nuestro propio espacio y de manifestar abiertamente nuestras necesidades. El poder se convierte en una sustancia interior, una fuerza personal, una manifestación de autoestima. El momento en que comprendemos esto puede que sea uno de los más estimulantes y más liberadores de nuestro viaje espiritual, porque es el paso clásico al proceso de individuación. De este proceso surgen las preguntas acerca de nuestro lugar en la vida, que inevitablemente nos despiertan apetito de propósito y sentido». –C. Myss.